Hace días que estoy pensando en lo mucho que un niño (que llamaré Chiquitín) me ha cambiado la vida y como algo -que se suponía que era por un tiempo- me cambió para siempre.
Y ¿quién es Chiquitín? Es un niño hermoso que estaba en un albergue del PANI (El Patronato Nacional de la Infancia es la institución rectora en materia de derechos de la niñez y la adolescencia en Costa Rica).
Mi esposo y yo somos «Familia de acogida», es decir que temporalmente sostenemos a Chiquitín para darle el amor y los cuidados de una familia mientras se soluciona su situación legal que puede terminar en una adopción permanente por otra familia o volver con su familia biológica. No nos lo quedamos para siempre. Me gusta pensar que somos un puente, un canal, que le damos la mano a la niñez y los soltamos cuando están listos. Soltar para volar!
Déjame que te cuente, porque para mí, tiene mucho que ver con el libro del Principito. Lo escribiré acompañado por tres frases de esta obra de vida.
«Todas las personas mayores fueron, al principio niños, aunque pocos de ellos lo recuerden«.
Chiquitín tú me lo recordaste! Yo lo había olvidado. He oído mucho del niño interior, he hecho terapia con este tema, me he apuntado a talleres, pero tú mi amor, me enseñaste a conectar con él.
Gracias a tus picardías, a tu risa ingenua, a tus bailes de felicidad, a lo mucho que disfrutas jugar que pareciera que no hay tiempo suficiente, a tus soluciones, razonamientos, cuestionamientos, etc me hiciste replantearme muchas cosas y eso me encanta!
Además me enseñaste a sacar tiempo para jugar, colorear, construir, pasear en la naturaleza, respirar y tener calma y eso es un legado que guardo para siempre.
«Lo esencial es invisible a los ojos«.
Que gran verdad! Reconozco que en ocasiones esto me parecía una idea un poco ingenua, quizás a veces absurda. Pero tú, mi pequeño gran maestro, me enseñaste que es tan REAL y su nombre es AMOR. Eso era lo único que necesitabas, eso era lo único que yo sabía dar sin medida.
Recuerdo, como si fuera ayer, cuando llegaste! Las heridas que traías y tus reacciones. No te juzgo, más bien me sorprendiste. Las manifestaciones eran pocas en relación a todo lo que habías vivido y tenías que asimilar. Si a mí me costaba siendo adulta, no me quiero ni imaginar a ti. Pero en cuestión de pocos meses brillaste, conectaste con tu ser, con tu esencia, con quien realmente eres y simplemente, como todo diamante, brillaste!
Jamás pude imaginar el poder tan transformador que tiene el AMOR, ese amor de verdad, desinteresado, que no espera nada a cambio, que produce una nueva forma de vivir en plenitud para los dos, en libertad, sin ningún tipo de apego.
«Es una locura renunciar a tus sueños porque 1 no se cumplió«.
Cuántas veces me he quedado viendo aquello que perdí! Doy infinitas gracias a Dios que contigo no fue así. No se cumplió mi sueño de ser mamá biológica, pero tú Chiquitín estabas en mi corazón mucho antes, desde mi juventud. Soñaba con ayudar a muchos niños desde muy joven pero no sabia cómo y tú le diste la forma. Tuve miedo -y mucho- de dar este paso, fui a talleres, lloré en terapia hasta que me desafiaste a verme a mí misma, dejar de lado mi exigencia y perfeccionismo y confiar que éste era el camino.
Eres y serás siempre el primer amor de la tía. Abriste la puerta para que mi corazón creciera más, quizás cuando yo pensaba que era suficiente y gracias a ti mi pequeño valiente (porque fuiste tú el que pidió estar en una familia) seguiré esta aventura por unas cuantas veces más.
Gracias por cambiarme para siempre!
